Guasca, es un municipio que se encuentra a 50 minutos de Bogotá por la vía La Calera y a una hora por la vía de la Autopista Norte, desviando a Briceño, y que desde ahora será un epicentro de peregrinaciones religiosas.
El pasado 12 de enero se realizó una programación especial con motivo de la proclamación del Templo San Jacinto como Basílica Menor.
La agenda comenzó a las 8 a.m. con la exposición del Santísimo, oración y alabanza de Santo Rosario y Coronilla de la Misericordia; a las 9:45 a.m. Bendición y a las 10:00 a.m. Eucaristía oficial de proclamación presidida por Monseñor Héctor Cubillos Peña, Obispo de la Diócesis de Zipaquirá, y concelebrada por varios obispos y sacerdotes invitados.
La historia de este templo data del siglo XVI, cuando los frailes Dominicos llegaron a esta zona y comenzaron su evangelización en el lugar conocido como las Capillas de Siecha. Con el paso del tiempo, la iglesia fue ampliada y para 1778 fue constituida parroquia de blancos por el visitador Moreno y Escandón; sin embargo sus archivos se encuentran desde el año 1672 cuando Fray Pedro de Aranda comenzó a firmar los libros de bautizos, entierros y casamientos.
Allí se venera el Santo Cristo Milagroso de Guasca, imagen tallada por Eladio Montoya, la cual fue entronizada hace más de cien años en el maravilloso altar mayor que fue tallado con maderas de las montañas de Siecha por el señor Francisco Antonio Peña y sus hijos oriundos de Guasca, a inicios del siglo XX.
El Santo Cristo de Guasca es milagroso de acuerdo con versiones de algunos de sus pobladores, lo mismo que el Retablo del Milagroso San Francisco de Paula, lienzo encontrado en una casa de la vereda Flores. La existencia de este cuadro en el Templo empieza a reportarse en los inventarios del siglo XVIII.