Roberto Vargas del Valle produce y comercializa chocolatinas orgánicas desde hace 3 años, ‘disfruta más regalando las chocolatinas que vendiéndolas’, le dicen jocosamente sus amigos. Y no es para menos, ya que sus chocolatinas “Quininí” en homenaje al cerro que domina la región, provienen, exclusivamente, de cacao sembrado y producido responsablemente por el mismo Roberto Vargas en su cacaotera “Cámbulos y Gualandayes”. Son elaboradas sin químicos y se hacen más exquisitas gracias a la amabilidad y calidez de don Roberto. Su nombre se debe a que el emblemático cerro se observa desde cualquier parte de su finca, ubicada en la vereda San José de Arbeláez – Cundinamarca, en el corazón del Sumapaz
Don Roberto ha sido agricultor toda su vida, pero hace 15 años buscó una alternativa menos agitada para su edad, y pensó en el cacao. Antes cultivaba hortalizas, tomate, habichuela y cohombro, y lo logró gracias a una concesión de agua que le otorgó el Inderena a él y a otros 10 finqueros hace más de 30 años, y posteriormente ratificada por la CAR. En ese entonces había seis puestos de trabajo, y hoy, 80 en el área.
“Sumapaz es una región cuya tradición son las fincas de recreo y cultivo de caña. El hecho de que no se siembre cacao no quiere decir que no se dé, entonces empecé con el proyecto. Espero que los agricultores de la Provincia vean en este ejemplo, palpable y exitoso, la oportunidad de vincularse sin temor”, cuenta don Roberto.
El cultivo de la cacaotera Cámbulos y Gualandayes abarca cuatro hectáreas, lo mezcla con limón tahití, naranjas, plátano, banano, aguacate, yuca y guanábana, que son para la venta y para su alimentación y la de los seis empleados que lo apoyan.
“La venta de cacao es un buen ingreso, pero se puede mejorar, y por eso resolví industrializarlo, de volverlo una chocolatina y como no lo puedo hacer solo, entonces lo maquilo en una fábrica de chocolate. Diseñé mi etiqueta, mi marca, mi nombre y todo eso lleva a que hoy en día mi chocolate sea muy apetecido, querido y abre puertas, una chocolatina hace mucha amistad”, cuenta entre risas.
Roberto, cuenta, además de la eficiente colaboración de sus trabajadores, con el apoyo de su familia y tiene en mente su finca para hacer turismo ecológico. “Quiero ver que la gente conozca, entienda y goce cómo es de hermoso el cultivo y su proceso para tener un excelente cacao para una maravillosa materia prima para fabricar las QUININÍ cacao”, manifestó.
Su trabajo ha dado dulces frutos, y ha sido destacado en diferentes concursos por parte de entidades como la Gobernación de Cundinamarca y la Federación Nacional de Cacaoteros. Continuará tocando puertas para lograr el apoyo en el mercado, adecuando la empresa a un sistema para comercializar.
De esta forma, don Roberto y el cultivo sostenible que ayuda a muchas familias de la zona, procuran cuidar el ambiente y también el bello cerro Quininí.
Tomado de: Sala de prensa CAR