MORERA FASHION SILK es un emprendimiento sostenible y social que se realiza con mujeres cabeza de familia del Cauca. Las mujeres tejedoras de la vereda El Altillo Alto, en Timbío, Cauca, trabajan desde hace más de 30 años con el gusano de seda para crear moda. Se lo compran a la Asociación de Tejedores de Seda y luego en sus casas, de forma rudimentaria, les hacen unas casitas en guadua. La sericultura, es decir, la crianza de los gusanos, dura entre 30 y 45 días, y es un trabajo minucioso, pues los animales tienen que mantener determinada temperatura. Si hace frío, las cuidadoras deben levantarse a las 2:00 a.m. a poner fuego alrededor de las camas para darles calor y que no se mueran. Si hace calor, deben abrir ventanas para que se ventilen.
Paralelamente siembran la morera, la única planta con la que se alimenta el gusano, día de por medio. Si no hay morera, no hay gusano. La tarea del animal es comer y dormir. Cuando crecen, las artesanas ayudan a sacarlos con cuidado de las camitas y los ponen en unos plásticos, en los que los gusanos crean capullos. Las tejedoras meten los capullos y los gusanos en agua caliente. Ahí mueren los animales. Los capullos se deshacen y sale la seda, que las campesinas desenredan y adelgazan con sus dedos, hasta convertirla en hilos. Luego los cuelgan en el patio y cuando se secan quedan listos para teñir y tejer en las ruecas. Entre la crianza y el producto terminado pueden pasar tres meses, pues se trata de un engranaje: mientras sale nueva morera, los gusanos producen hilos y así recircula el proceso.
Las campesinas continúan pasando esta tradición de generación en generación, a pesar de que no es tan conocida en el resto del país. Un saber del que también se han aprovechado personas que conocen su potencial, pero que no quieren reconocer el talento y el valor del trabajo. La diseñadora caleña Carolina Quintero conoció de la comunidad hace cinco años, por recomendación de la presentadora Violeta Bergonzi. “Pensaba en la seda como un material suave para pijamas. Llegué y me encontré con otra realidad. Las artesanas me contaron que estaban desilusionadas de tantas veces que las habían engañado y que estaban pensando en sembrar otras cosas”. Quintero vio el potencial que tenían las mujeres campesinas y decidió, junto con sus socios, Felipe López y Miguel Prettel, apostarle dinero y tiempo para que no perdieran la tradición. Empezaron con brigadas de salud y después buscaron la manera de introducir los productos en la industria de la moda. Así nació Morera Fashion Silk, proyecto en el que participan cinco mujeres cabeza de hogar, de entre 30 y 60 años. “Cogimos sus tejidos y los convertimos en ropa. Hicimos chaquetas con ayuda de Héctor del Roble, diseñador caucano”.
Tomado de: Diario El Espectador