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La receta para los cultivos más sanos

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Jenny Prieto y Álex Caro son una pareja de cultivadores de Jenesano, Boyacá, que han dedicado su vida al cultivo de arándanos. Su objetivo ha sido encontrar la forma más eficiente de producir siendo amigables con la naturaleza y con los seres humanos. Sin embargo, durante años el uso de pesticidas, herbicidas, fungicidas y otros químicos les ha impedido cultivar productos 100 por ciento orgánicos. Desde agosto de 2019, su empresa, llamada Arandanesa, empezó a utilizar nanofertilizantes, productos que se presentan como una alternativa a los químicos tradicionales y que se acercan a la promesa de una agricultura sostenible y más productiva.

Lo que permite su existencia es la rama de la nanotecnología, un área de investigación científica que contempla una serie de técnicas aplicadas al control y manipulación de la materia a escalas tan pequeñas que permiten trabajar las estructuras moleculares. Al trabajar sobre los átomos es posible crear materiales, dispositivos y sistemas con propiedades y funciones novedosas. En la medicina, por ejemplo, se utilizan nanofibras para la cicatrización de heridas y quemaduras de diferentes grados sin generar sensaciones de dolor. Una vez curada la lesión, la fibra usada para sostener el tejido se deshace sin dejar marcas.

En la agricultura, la nanotecnología es usada para áreas claves: la detección de enfermedades, la nutrición del suelo, con liberación controlada de moléculas funcionales, y hasta para el mejoramiento de los empaques, que garantizan una mayor duración de los alimentos sin que estos pierdan sus características físicas y sanitarias. Según Diego Cortés, investigador Ph. D. de Agrosavia, estos saberes aportan ventajas principalmente en la nanofertilización y en los nanopesticidas. El tener un tamaño más pequeño de partículas aumenta la permeabilidad, la capacidad de atravesar las membranas y los principios activos que están dentro de las partículas “El tener un tamaño más pequeño de partículas aumenta la permeabilidad, la capacidad de atravesar las membranas y los principios activos que están dentro de las partículas”, explica el investigador.Sin embargo, la ‘nanorrevolución’ está lejos aún de ser algo masivo.

Las investigaciones en Colombia en ese campo, según el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (Minciencias), arrancaron en los años 90 e involucraron a interesados provenientes de campos como las ciencias físicas, la química y la ingeniería. A día de hoy existen 69 grupos de investigación relacionados en la plataforma GrupLAC de Minciencias. Desde allí se trabajan investigaciones aplicadas a la salud y la tecnología, las ciencias sociales y otras áreas.Sin embargo, muy pocos de ellos están especializados en nanoagricultura.

En respuesta a un cuestionario escrito, el ministerio aseguró que “este número de grupos es el reflejo de la poca atención que se le ha prestado hasta el momento a esta tecnología en este sector, desconociendo que como tecnología de propósito general tiene amplias posibilidades de aplicaciones en la producción de insumos y productos para la agricultura y la agroindustria”.

Tomado de: periódico El Tiempo