Se trata de 13 lagartos, de entre 12 y 20 centímetros de largo, que fueron colectados durante investigaciones en el oriente antioqueño, la mayoría de ellas llevadas a cabo como parte de las evaluaciones de diversidad biológica cerca de centrales hidroeléctricas, en el año 2015. Los animales tienen una coloración opaca, y son parecidos a las lagartijas que comúnmente se encuentran en los jardines, pero los rasgos de sus rostros recuerdan más a “pequeños dinosaurios”. Tan pronto las muestras fueron llevadas al Museo, el biólogo Juan Manuel Daza, quien dirige el laboratorio de genética del Grupo Herpetológico de Antioquia, donde hacen análisis de la fauna de reptiles y anfibios colombianos, se puso a la tarea de estudiarlas y pudo constatar que se trataba de ejemplares no asignables a ningún lagarto conocido.
Hasta el momento, es poco lo que se sabe de ‘Magdalenasaura adercum’ y ‘Magdalenasaura leurosquama’, pues solamente han podido estudiar pocos ejemplares vivos. “Lo único que sabemos es que viven cerca de los cuerpos de agua y entre las rocas; posiblemente se alimentan de pequeños insectos. No son fáciles de ver, aunque las posibilidades aumentan de noche, cuando duermen sobre la vegetación”, asegura Vásquez. La zona en la que viven comprende tan solo tres localidades conocidas en los municipios de San Rafael, Alejandría y Carmen de Viboral. De acuerdo con Vásquez, al contar con una distribución geográfica tan restringida, las especies descritas sirven para mandar un mensaje sobre la importancia de proteger los ecosistemas de la región.
“Con el ritmo tan rápido al que estamos deteriorando la naturaleza los humanos, podemos estar afectando especies que habitan lugares específicos y que, desafortunadamente, podríamos no llegar a conocer. Estos dos lagartos son una prueba de que debemos seguir explorando nuestro territorio”, apunta Vásquez.
Tomado de: Diario El Espectador