La fuerte y helada brisa soplaba en medio de las agrestes montañas que hacen parte de la zona rural de Guachetá, un municipio ubicado al norte del departamento de Cundinamarca. Allí, en la vereda Peñas, a unos 7 kilómetros, en medio de proyectos de explotación minera y luego de recorrer el camino adornado por frondosos árboles y el crujir de la quebrada, se llega a la Pequeña granja autosostenible ‘El Rancho de Marielita’.
El Rancho de Marielita, es una finca que cuenta con dos fanegadas de extensión, donde cada rincón está impregnado por rasgos de sostenibilidad ambiental, como lo diseñó y planeó la familia de Marielita Chíquiza, a quien le rinde homenaje su hijo Julio César Cristancho Chíquiza, un contador público quien no olvidó sus raíces campesinas y decidió regresar a su tierra natal para emprender el proyecto que lleva tres años de consolidación y se proyecta como uno de los más importantes en el territorio.
“Decidí regresar al campo después de terminar mi carrera profesional y darle una visión y futuro a la parcela, para que fuese una finca ejemplar. Es un proyecto para mostrar en la provincia del Valle de Ubaté, por eso ahora sirve como instrumento de formación para los aprendices del SENA y universidades del departamento, personas desde 0 a 100 años”, precisó Julio César.
Este lugar especial, nació como un proyecto autosostenible y educativo que busca dar esa nueva mirada que requiere el campo colombiano, con altas dosis de sostenibilidad ambiental, el adecuado uso de recursos naturales con precisión, que permite actividades como ganadería, porcicultura, piscicultura, huertas caseras, plantas de aguas, cultivos rotativos, compostaje, reserva forestal y apiario. Mientras en las huertas se encuentran los tubérculos representativos y tradicionales en la zona como cubios, ibias, rúas, la papa criolla, tocaruña, y otros como la lechuga, acelga, rábano, cebollín, cebolla puerro, quinoa, habas, tomillo, yerbabuena, caléndula, lula, freijoa, papayuela, uchuva y mora entre otros.
Pero el Rancho de Marielita, también busca mitigar el impacto de la actividad minera, demostrando que se puede ser sostenible en medio de ella, siendo un gran desafío pero que permite cumplirle al ambiente, usando los recursos de la mejor manera para reducir los impactos y ser ejemplo como proyecto de negocios Verdes
Por eso desde la finca se trabaja de la mano con el sector minero, donde el 90% es material reciclado de la minería, a partir del cual se ejecuta el ‘Plan Botas’, que consiste en que con dicha recolección se siembre el alimento para las abejas, mediante la utilización de carretón. También se ejecuta el ‘Plan Maderita’, que utiliza madera del sector minero para la infraestructura de la finca; y el ‘Plan Tapitas’ que consiste en utilizar tapas usadas para los filtros ecológicos.
La alianza con el sector minero y el manejo de la granja busca rescatar también tradiciones ancestrales como el uso de las avispas para el Manejo Integrado de Plagas y Enfermedades – MIPE, por eso las colmenas se instalan cerca a los cultivos, para que se conviertan en controladores biológicos, además se ayuda a la preservación debido a las afectaciones por las acciones de los humanos. Las abejas no son utilizadas como mecanismo de producción de miel y derivados, sino de preservación para mantener la polinización, situación similar sucede con los Abejorros que vienen siendo impactados por los insecticidas.