El WWF encuestó a 5.000 personas de cinco países del sureste asiático y casi el 90 % coincidió en que los gobiernos deberían clausurar estos mercados. Los encuestados aseguran que, en forma de apoyo a estas medidas, evitarían el consumo de estos animales y compartirían información para recalcar la importancia de conservarlos. El virus SARS-CoV-2 tiene en jaque al mundo. Hasta la fecha no solo ha cobrado la vida de más de 75.000 personas y confinado a más de 180 países, sino que puso un nuevo debate sobre la mesa: el de cerrar o no los mercados ilegales de especies silvestres. La principal razón es que, con el tiempo, serán aún más las posibilidades de que agentes patógenos como los virus, bacterias y parásitos, entre otros, pasen de animales no domésticos a humanos. Por ejemplo, este nuevo coronavirus, que produce el COVID-19, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), surgió en un mercado local en Wuhan (China), donde se comercializaban este tipo de especies.
El uso de tierras, la urbanización expansiva y los modelos extractivos aumentaron el contacto entre personas, animales domésticos y silvestres, incrementando el riesgo de transmisión de enfermedades conocidas y las infecciosas emergentes (EIE). Estas últimas son conocidas por expandirse en amplios o determinados rangos geográficos, movilizarse de una especie huésped a otra, aumentar su impacto o severidad, experimentar un cambio en su virulencia o se originaron de patógenos recientemente evolucionados y se transformaron en una amenaza importante para la salud pública, como el MERS, el SARS o el SARS-CoV-2. La comunidad científica aún no se ha puesto de acuerdo en el animal que originó este nuevo coronavirus. Lo cierto es que no es la primera vez que una especie animal transmite un virus o enfermedad a los humanos. Se estima que el 75 % de las enfermedades infecciosas emergentes que atacan a las personas son zoonóticas; es decir, son provenientes de microorganismos originados en animales. Es el caso del virus del ébola, la fiebre hemorrágica, la encefalitis por el virus de Nipah, la enfermedad de Lyme, el virus del Nilo occidental y la fiebre de Lassa. Son enfermedades que pueden impactar relativamente a pocas personas, pero representan una amenaza por sus altas tasas de letalidad y falta de una vacuna o terapia. Sin embargo, en el mundo todavía existen comunidades locales, ubicadas en partes aisladas, que dependen de la caza sostenible y el consumo de animales silvestres es su única fuente de proteína; por lo tanto, son importantes para su seguridad alimentaria. Aunque hay otras en donde, por su cultura, los ciudadanos están acostumbrados a consumir esta carne, desconociendo su origen, si tuvo o no un control sanitario y, mucho menos, si es producto del comercio ilegal. Estas últimas prácticas son las que en la actualidad tienen en jaque a la salud pública del mundo.
Tomado de: Diario El Espectador