La Policía Cundinamarca y Bogotá junto a la Fiscalía evitaron que este diciembre fueran puestas en el mercado 55.675 botellas de bebidas alcohólicas adulteradas, cuyo consumo puede causar graves daños a la salud de los consumidores e incluso provocar su muerte. Detuvieron a los presuntos jefes de la organización criminal conocida como los AA (Doble A), los hermanos Alonso y Hernando Moreno, al igual que 11 de sus cómplices informaron las autoridades.
El golpe fue posible luego de seis meses de investigaciones que incluyeron interceptaciones telefónicas en 35 líneas, seguimientos, vigilancia, evaluaciones científicas y el desarrollo de operativos de control a establecimientos comerciales.
Las detenciones, registradas durante las últimas horas, se cumplieron en desarrollo de allanamientos efectuados en las localidades de Kennedy, Engativá y Tunjuelito de Bogotá, al igual que en Soacha, Cundinamarca.
Para este trabajo articulado contra el hampa fueron convocados 110 investigadores del CTI de la Fiscalía, peritos de ocho industrias licoreras departamentales y extranjeras, expertos del Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima) y personal del Batallón de Policía Militar núm. 13 del Ejército Nacional. Cinco de los capturados tienen antecedentes judiciales y ya habían sido condenados por el mismo delito; quiere decir que conocían “muy bien” el mercado ilegal pero, en especial, los establecimientos en donde podían colocar la peligrosa mercancía.
Los sabuesos de tanto de la Policía como de la Fiscalía pudieron establecer que la banda contaba con alambiques satélites o temporales en casas de familia en Kennedy, Engativá y Tunjuelito, en Bogotá, y en Soacha (Cundinamarca)
En varios de esos puntos fueron encontradas canecas plásticas con ayuda de filtros y tubos plásticos; esos sitios se encontraban en pésimas condiciones de aseo.
Los componentes del licor eran mezclados indiscriminadamente; sustancias como alcohol etílico, glicerina, colorantes y esencias con las que pretendían obtener color, olor y efecto embriagante formaban parte de los menjurjes.
Empleaban tapas, marquillas de diferentes casas productoras, estampillas de renta, envases reciclados y otros elementos falsificados para guardar la identidad visual de las bebidas nacionales y extranjeras que elaboraban.
Sus principales clientes se encontraban en San Andresito de la Avenida 68 (Av. Rojas Pinilla con calle 68); en el sector de Las Ferias y en varios establecimientos nocturnos de Bogotá en donde vendían el licor adulterado casi al mismo precio del original para no despertar sospechas.
Tomado de la página Noticias Día a Día