Capturar imágenes de la naturaleza y generar una conexión a través del lente de una cámara para lograr un plano perfecto que diga muchas cosas por sí solo se convirtió en una de las actividades favoritas de más de 20 niños y jóvenes de Guasca, Cundinamarca, que hacen parte del proyecto ‘Mensajeros de vida y conservación’ de la Fundación Arts Collegium.
Cada fin de semana, el espacio es distinto y las dinámicas de aprendizaje también. Algunos lugares son muy distantes y por eso Conservación Internacional Colombia les brinda aportes.
Todas las clases de fotografía son nuevas y los estudiantes no saben qué actividad deberán realizar. Cada fin de semana, el espacio es distinto y las dinámicas de aprendizaje también. Algunos lugares son muy distantes y por eso Conservación Internacional Colombia les brinda aportes.
A veces solo capturan imágenes, a ratos escriben y fotografían y en ocasiones hacen inmersión en las comunidades.
Esta vez estaban frente al río Chipatá, y la lección que Clara quería dejarles era que el ser humano funciona igual que un río y que estaban conectados inexorablemente.
“Piensen que los ríos son como nuestro sistema nervioso, cada vena es una vertiente de la cuenca principal. Además, si nosotros le hacemos daño a nuestro cuerpo, inevitablemente maltratamos los afluentes”, continúa, intentando propiciar en ellos la empatía con la naturaleza. Mientras los jóvenes escuchan atentamente, procuran imaginar cómo realizar la foto perfecta.
En un minuto de silencio oyen cómo las aguas golpean las rocas del río Chipatá. Algunas gotas de lluvia caen y el viento sopla fuerte, pero nadie se amedrenta, todos van preparados con sombrillas, chaquetas y botas de caucho.