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Tesoro natural para compartir en familia

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En medio de la agreste vegetación que rodea al municipio de Carmen de Carupa, en el norte del departamento de Cundinamarca, a unos 130 kilómetros de la capital del país, se encuentra enclavado entre las veredas El Hato, Corralejas y Llano Grande, el encantador Parque Forestal Embalse El Hato, un espacio diseñado para almacenar el caudal del río Hato y poder suplir la necesidad de abastecimiento de los municipios de Carmen de Carupa y la Villa de San Diego de Ubaté.

Este lugar además de contar con un espejo de agua de al menos 70 hectáreas, es el sitio perfecto para compartir en familia de una tarde de juegos, caminatas, hacer un picnic y para los que les encanta cocinar al aire libre, es el espacio indicado para preparar un delicioso asado. Allí se envuelve la magia de la naturaleza con el descanso.

Las mañanas son encantadoras, gracias el sonoro trino de las aves que reposan durante las noches en las zonas cercanas, donde prevalecen vegetación nativa y algunas plantaciones de eucalipto, que albergan cientos de pájaros, encargados de alimentar los primeros rayos del sol que destellan sobre el cuerpo de agua, sobre la misma lámina hídrica sobresalen decenas de patos, que surcan armónicamente con su nado, creando ondas sobre el tapete de agua.

La belleza del parque permite que propios y visitantes se regocijen realizando actividades que permiten contemplar el paisaje a lo largo de las 173 hectáreas, con actividades que incluyen senderismo, mientras el refrescante olor del eucalipto permite la desconexión del agitado mundo de las ciudades.

El parque embalse El Hato además de ser el lugar perfecto para hacer turismo contemplativo, permite realizar navegación a remo, camping y pesca, eso sí, cumpliendo los requisitos establecidos por la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca – CAR encargada de la administración del lugar desde 1985; pero también es el sitio ideal para quienes desean descansar en la comodidad de una edificación, pues allí se cuenta con dos agradables cabañas con capacidad para 4 y 6 personas, además de poder disfrutar de la arquitectura e histórica hacienda La Casona, una construcción con más de 200 años, acondicionada para albergar cómodamente al menos a 30 personas.

Por eso, este lugar escondido como un tesoro natural para la familia, se ha convertido en el espacio preferido por habitantes de la provincia del norte de Cundinamarca, pero también de otras regiones del departamento, y en especial de la capital del país, para hacer una pausa en los quehaceres diarios para conectarse con la calma y el sosiego que trasmite el agua, el frío y el sano aire proveniente de las encumbradas montañas que conforman el páramo de Guerrero, cercanas al embalse.

Tomado de: Sala de prensa CAR