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Una opción de vida de vida detrás del reciclaje

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Hace ocho años doña Adela Moreno no se imaginaba recorriendo las calles del municipio de Bojacá recogiendo cartón, papel, chatarra y todo aquello que nosotros desechamos, pero que, para los llamados recuperadores, como ella, es no solo su fuente de sostenimiento sino una lucha permanente por la preservación del medio ambiente.

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Su niñez y su juventud se desarrollaron en el municipio de La Vega. Muy joven llegó en compañía de su familia a Bojacá y con ellos se instaló en una pequeña finca.  Buscando un modo de sobrevivir, ya en este nuevo ambiente, Adela se empleó en un criadero de perros ubicado. Durante 11 años aprendió el manejo de los canes y sus particularidades. Sin embargo, el trabajo era fuerte y algunas dolencias empezaron a aflorar en su cuerpo, por lo que decidió retirarse.

Nuevamente en búsqueda de oportunidades laborales, comenzó a recorrer el municipio y la región, sin éxito. Un buen día, mirando televisión en la sala de su casa, al calor de un buen café, observó un documental sobre reciclaje, sin pensar que esas imágenes de un proceso en otra nación, le iban a cambiar la vida para siempre.

Decidida a aprender sobre el tema, al día siguiente se dirigió a la Alcaldía de Bojacá donde, como por una feliz coincidencia, en la UMATA precisamente le comentaron sobre un proyecto de reciclaje en el municipio y con sorpresa vio a otras mujeres con la misma idea. Feliz porque no era la única soñadora comenzó a aprender sobre reciclaje, separación en la fuente, origen y destino de cada uno de los materiales, y sobre cómo formar el centro de acopio y distribución.

Como todo principiante ella y sus compañeras “pagaron la novatada “con una persona que se ofreció a capacitarlas. En una versión del Festival y Reinado Departamental del Bambuco, que se desarrolla en el municipio, ella y 14 compañeras más estuvieron durante tres días recogiendo todo tipo de material, con tan mala suerte que el personaje que las contactó se aprovechó de su ignorancia en el tema y les pagó una suma irrisoria por su trabajo.

Esta experiencia no amilanó a Adela y a sus compañeras, sino que las unió más entorno al reciclaje. Vieron que el negocio no era trabajar para terceros sino para ellas mismas, y así nació la Asociación de Mujeres Ambientalistas Recuperadoras de Bojacá – AMAR, un proyecto que hoy se sostiene ya no con el grupo inicial, sino con seis aguerridas mujeres que, lideradas por doña Adela, ya tienen un espacio ganado en el municipio.

Al principio lucharon contra la indiferencia de la gente haciendo largos recorridos en triciclos hasta el centro de acopio que doña Adela montó en su finca, y así comenzó así a surgir la necesidad de buscar un vehículo que se adaptara a su trabajo. Pero no tenían historial crediticio ni acceso a un crédito bancario, entonces, a través de su esposo adquirieron un Moto carguero, que es manejado por su hija mayor, el cual han venido pagando con gran esfuerzo con la esperanza de que al quedar a paz y salvo se conviertan en propietarias del vehículo.

Así, doña Adela sale los días martes y viernes desde 3 de la mañana, en medio del penetrante frío, y a veces la neblina que cubre el municipio, enfundada en overol, gruesos guantes de cuero, gorro de lana y tapabocas. En su cintura cuelga un bolso tipo canguro con sus documentos y un viejo radio con el que se acompaña de música popular, y a partir de las 5 de la mañana comienza a oír las noticias, es así como vive actualizada de lo que sucede en Colombia y el exterior.

En un frenético andar, recoge papel, cartón envases de plástico, madera baldes, herramienta en desuso y hasta juguetes abandonados. Todo, absolutamente todo lo que pueda recuperar, va a parar primero a un viejo triciclo, donde con la precisión de cirujano, acomoda y ata con una agilidad impresionante. Los vecinos la conocen, la saludan, pero no hay tiempo para extensas charlas: El recorrido es extenso y está presente la competencia de otros recuperadores en el sector. Por eso ágil y siempre esbozando una amplia sonrisa, mueve el pesado triciclo hasta el sitio donde su hija ha parqueado el motocarro, donde acomodan lo recolectado. Está feliz puesto que la Gobernación de Cundinamarca, a través de un contrato de comodato con el municipio, recientemente le otorgó una segunda moto carguera que les amplía su capacidad de trabajo.

Doña Adela y sus compañeras terminan a las 2 de la tarde en un frenético recorrido recogiendo estos materiales, que luego, en el centro de acopio, los seleccionan y los venden a gestores mayoristas.

Aparte de su labor diaria, la asociación, junto con la CAR, Integran el CIDEA municipal y como parte de un ejercicio pedagógico dictan charlas sobre reciclaje en las instituciones educativas del municipio.

Doña Adela y sus compañeras cuentan con orgullo que ya le han cambiado la mentalidad a un gran porcentaje de la población, pero aún hace falta mucha conciencia: “hay personas que no han tomado conciencia de separar en la fuente en sus hogares y depositan todo en una sola bolsa y por más que intentemos seleccionar, mucho material se contamina, se vuelve irrecuperable e irremediablemente va aparar al relleno restándoles capacidad y contaminando el medio ambiente “comenta.

Doña Adela tiene el apoyo incondicional de su familia, integrada por su esposo, sus 3 hijas y la alegría de una pequeña nieta, que son su motor para seguir con este proyecto de vida.  Por eso ellas luchan cada día recogiendo estos materiales que vuelven a los procesos productivos, además, con esta actividad, sostienen a sus familias y generan empleos; pero más allá del beneficio personal está la satisfacción de que cada día colocan un pequeño gratino de arena a la preservación del planeta.

Tomada por: CAR FACEBOOK