Sus efectos serán peores con escenarios más cálidos. Pero las consecuencias pueden ser parcialmente reversibles y las pérdidas agrícolas reducirse si se apuesta por la sustitución de variedades de uvas en los cultivos.
La agricultura es una de las ‘víctimas’ del aumento de la temperatura media global. Las malas cosechas, los bajos rendimientos y los cambios en las áreas de cultivo son algunas de las mayores preocupaciones de los trabajadores en el sector agrícola. Además, las predicciones atmosféricas para las próximas décadas muestran una y otra vez que los climas regionales no serán compatibles con los cultivos.
“Las consecuencias de esas pérdidas de idoneidad climática podrían traducirse en pérdidas de productividad o de calidad (contenido de azúcar y ácido de las uvas), en cuyo caso, los productores deberían hacer una valoración de la conveniencia de adoptar medidas de adaptación”, comenta a Sinc el investigador de la Universidad de Alcalá, Ignacio Morales-Castilla, primer autor de la investigación.
Entre las alternativas para que la viticultura se adapte al cambio climático existen diferentes medidas de manejo agrícola que pueden implementarse a escala local como riegos, microaspersión o sombreo, etc. y otras como el traslado de los viñedos en altura o en latitud.
Otra de las posibles soluciones, comúnmente propuesta, aunque sin apoyo suficiente hasta la fecha, podría ser la sustitución de material vegetal o de variedades. “Tiene un gran potencial para adaptar los cultivos al cambio climático, siempre y cuando no se alcancen los escenarios de calentamiento más pesimistas”, declara Morales-Castilla.
Tomada de: El espectador, viñedos del mundo